Nuestra historia comienza entre hilos y sueños. Durante años trabajé para una empresa, pero el tejer siempre fue mi refugio y mi mayor pasión. Cada pieza que daba vida al sonido suave de la aguja era un recordatorio de que el arte puede ser una forma de cuidado y creatividad. Cuando llegó la jubilación, decidí convertir esa pasión en algo tangible: amigurumis hechos a mano que llevan historias y calidez a cada hogar. Cada amigurumi que sale de mi taller es el resultado de años de curiosidad, paciencia y dedicación, pensado para regalar sonrisas y momentos especiales. Gracias por acompañarme en este viaje; juntos seguimos tejiendo momentos de alegría y creatividad.